Ayer, en la peluquería, se sentó a mi lado un tipo taciturno y callado. Pensé: «qué bien, hoy me voy a ahorrar el consabido rollo futbolístico». Al cabo de un rato observé que había empezado a hablar, pero (cosa curiosa en esa peluquería) lo hacía discretamente y no sobre futbol. “No pude más que escuchar” (quiero decir: me empeñé en oír bien todo lo que decía). Hablaba de la guerra civil de Ucrania, no desvelaba ningún secreto pero sus opiniones eran realmente interesantes. Se marchó antes que yo (yo en la peluquería me atiborro a delicatessen: masaje en la cabeza, pelitos de la nariz y orejas, manos…) y le pregunté a Ramón, mi peluquero, sobre la identidad de tan interesante personaje. «Es un alto funcionario de la embajada rusa» me contestó, secreteando. Me dije: «esta mañana ha empezado bien».