Venimos de comer en el Born, en Barcelona. Formidables las ruinas de la ciudad del XVIII, y la ambientación admirable. La comida en el restaurante (Born 300 creo que se llama) muy digna y actual; pero yo salí molesto interiormente por la distorsión y manipulación de la historia. Francamente molesto.
Pero luego al atravesar el Passeig de Picasso leí escrito en el asfalto lo siguiente (perdón por las faltas en mi catalán): “El filolog et regala una ç per que transformis ‘dolor’ en ‘dolçor’. (El filólogo de regala una ç para que transformes ‘dolor’ en ‘dolçor’ (dolor en dulzura)) Y mi alma se reconcilió con mi gente.