Creo que estoy enamorado, ¿qué voy a hacer? Ya sé: lo voy a hablar con mami, ella me entenderá.
— Mami, creo que estoy enamorado.
— No digas tonterías, Joselín.
— Estoy enamorado de verdad mamá, no puedo dormir, ni estudiar, ni hacer nada, solo pienso en su carita, en su boquita…
— Hijo por Dios, que tienes diez años… Mira, habla con tu padre, que mucho me temo que has salido a él.
Encontré a papi en el garaje.
— Papi, creo que estoy enamorado.
— ¿Muy enamorado?
— Mucho papi, no puedo dormir, ni estudiar, ni hacer nada, solo pienso en su carita, en su boquita…
— Muy bien, muy bien… esas primeras sensaciones son algo muy bonito, Joselín. Traénos a tu amor. ¿Qué te parece mañana, que es sábado, por la mañana?
— Gracias papi, tú sí que me entiendes.
Al día siguiente, por la mañana, me puse mis vaqueros y fui a su encuentro, vivía cerquita, a dos casitas de la nuestra.
Cruzamos mi jardín cogiditos de la mano, abrí la puerta de casa, oí que papás estaban desayunando en la cocina, entramos y les chillé:
— ¡Sorpresa, papis! Aquí está mi amor: se llama Juan.
A papá se le atragantó el café con leche, empezó a toser y se puso colorado como un tomate, y mamá se quedó como hipnotizada, con la galleta junto a su boca abierta. Y es que aveces tienen reacciones muy extrañas.
— Bueno, ya lo conocéis —les dije—. Pasa Juanito, amor, que te preparo un colacao.
HFP